BRUSELAS.- En términos bélicos se podría denominar "capitulación incondicional"; en lenguaje técnico-económico, Grecia cedió en el Eurogrupo enormes cuotas de soberanía fiscal a Bruselas, Washington y Frankfurt a cambio de evitar el hundimiento, traducido en una suspensión de pagos de la cual Atenas viene escapando desde hace meses. Tantas son las concesiones que tuvo que hacer el gobierno tecnocrático del primer ministro heleno, Lukas Papademos, presente en la reunión, a cambio de los 130.000 millones de euros del segundo rescate que de facto dejan al país mediterráneo en situación de tutela fiscal real, supervisada por la Comisión Europea, el BCE y el FMI. El comisario de Asuntos Económicos de la UE, Olli Rehn, resumía en pocas frases el listado de prerrogativas de política nacional que tuvieron que hacer los griegos a cambio de no ser expulsados del euro, que adoptó en enero de 2001. "El acuerdo del Eurogrupo contempla condiciones rigurosas para garantizar un control eficaz del programa de ayuda (de la UE y el FMI), con una presencia permanente de las instituciones internacionales en Grecia, la creación de una cuenta bloqueada para satisfacer los pagos de la deuda y el compromiso firme de los dos grandes partidos griegos (socialistas y conservadores) para cumplir con el programa", explicó el finlandés. El tono grave de la reunión de los ministros de Economía y Finanzas de los 17 socios del euro vino dado por unas palabras más que premonitorias de parte del titular holandés de Finanzas, Jan Kees de Jager: "será necesario contar con una ?troika? permanente en Atenas", advertía. Así, la pequeña Holanda, escudera fiel de Berlín, junto a Austria y Finlandia, hizo de "mala de la película" en un guión redactado en buena medida desde Berlín, con algunos apuntes desde Francia y el FMI. Lo que pasó en el Eurogrupo de Bruselas es histórico, en la medida en que el término se puede aplicar al corto, pero intenso, currículum vitae de la Unión Europea. Por primera vez un país, Grecia, que se sumó al bloque en 1981, acepta la presencia en su territorio (fiscal) soberano de un terceto fiscalizador permanente: representantes de la Comisión Europea, el BCE y el FMI. El mensaje es: los 130.000 millones frescos (a un interés menor que el 5% del primer rescate de 2010, por 110.000 millones de euros) sólo serán desembolsados si Atenas cumple al milímetro su programa de recortes, despidos de funcionarios, y privatizaciones masivas.
El catálogo de exigencias de la "troika" a Grecia es tan amplio que se adentra en el futuro político del país. El ganador de los comicios de abril llegará al gobierno con una hipoteca en su cartera: seguir cumpliendo el doloroso guión de los recortes. Es posible que varias generaciones de griegos -pasadas incluso algunas décadas- tengan que seguir pagando los efectos del catálogo de malas prácticas griegas de estos últimos años.